domingo, 20 de marzo de 2016

¡Muerete de envidia!

 ¿Estará en los genes del ser humano desear lo que no puede tener? 

 Digo: 

 -Voy a navegar en internet un rato a ver que encuentro.

 Grabe error.

 Viendo en facebook una recopilación de unas imagenes de los cosplays de los chicos de CDM con pesima calidad me dio algo de nostalgia y los quise buscar de nuevo. Recordar una época previa a la cagada del 2015 con el rediseño de los personajes me llenaba de anhelo.

 Pero junto con eso recordé también a uno de mis personajes de agendas para niñas más querida de mi infancia, Pascualina.


 Entonces la busqué a ella también. Fue ahí que la vi, me di cuenta que esa agenda aún la estan sacando, después de 26 años la siguen imprimiendo, que emoción y a la vez que gran decepción. Porque mirarla desde una vitrina de cristal es lo más cerca que podré estar de una.

 Ahí también me dí cuenta de otra cosa. Esa expo japan 2013 a la que nunca iré. Ese codigo especial que nunca compraré para conseguir ese atuendo especial que nunca tendré. Que ya es demasiado tarde para coleccionar todas esas agendas.

 Me sentí tan mal en ese momento que tuve que ponerme un pedazo de tela en la boca para morderme la lengua.

 Pero, ¿por qué anhelar tanto algo que se que no puedo tener? ¿por qué sufrir por una tontería así? ¿será algo pre-dispuesto en mi cerebro? Es que hasta yo sé que es una tontería, pero aún así me duele.

 La única conclusión a la que llego es a desconectarme, no me afectará si no esta ahí, ¿verdad?

 Lo que necesito es alejarme de eso, si señor, eliminar toda evidencia de la existencia de esas cosas.

... Aaaaaayyyyy... a quien engaño, ¡QUIERO UNA ALIENWARE!

 Ay, ya que importa, solo es un capricho, luego se me pasa. Codicia, ese es mi problema.

 Un día se me antoja mucho algo, lo quiero, lo quiero, lo quiero, sufro y luego quiero otra cosa, que niña pequeña. Como la mocosa del supermercado que va con su mamá en la fila llorando porque no le compran su dulce, llega a casa, le dan una galleta y luego le importa un carajo el dulce. Despues patalea por otra cosa y así.

 En fin, que bueno que casi nunca me cumplo esos caprichos, porque sino sería una increíble perdida por algo que luego ya no me importará más. A menos que sea Nutella, vendería mi alma al diablo por un frasco de eso. No me juzguen, comida es comida.

 Lección de hoy: no tengo remedio.

 Bye.

Pd: ¿Copyright?

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